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En Valencia, comunidad de origen de este manjar, se llama Paella a lo que en castellano llamamos sartén, de allí el nombre. En Bolivia llamamos PAELLA a la Marinera de mariscos, siendo más bien la original de conejo, y de cerdo y/o pollo, las que la siguieron. En HISPANIA las preparamos todas, las hay de mariscos y de carnes, también una alternativa vegetariana digna de probarse.

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Hemos logrado el sabor original de las paellas y fideuas mediterráneas. A lo largo del tiempo han llegado a Bolivia españoles y españolas de toda laya y origen, lo han intentado en conventos, posadas y restaurantes; también lo han ensayado criollos y aborígenes; pocos han alcanzado el éxito.

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Lo que vale en una paella es el arroz, no los mariscos ni las carnes; esos los pone cualquiera. El arroz de la paella es de grano redondo, aunque puede ser reemplazado por grano largo, con la condición de que esté sellado al pelarlo, de tal manera que durante la cocción no desprenda almidón y quede suelto el momento en que se sirve.

Los trozo de los ingredientes en una paella son más grandes que en los arroces bolivianos (el ejemplo clásico es el majao cruceño), eso se debe a que cada bocado de paella debe tener un gusto diferente, en uno vendrá un langostino, en el otro un pimiento, en el siguiente un pedazo de calamar. El sabor del arroz en una paella no es plano.

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La Paella es un plato universal, no hay una sola receta, depende de la región donde se cocina y según los ingredientes que la localidad aporta, y del cocinero, según su vocación y paladar. Por eso existen variedades de paellas. Hemos intentado mantener el gusto original, el emboque de origen. Nuestras Paellas llevan consigo el sabor de lo Mediterráneo.

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También nuestra Fideua, una paella de fideo, hecha sobre la base de calamares y langostinos, es una delicia que como todas, conlleva también algún secretillo oculto en su preparación.
 

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